domingo, 28 de septiembre de 2008

La llegada y la instalación


Llevamos casi un mes en Londres y tengo la sensación de haber ganado una carrera (aunque aún no me haya sentado a tomar aliento).

Resumo:

Regresamos a Barcelona sobre el 5 de agosto donde acabamos de liquidar todos nuestros asuntos: Nicolas finalmente no pudo continuar con su trabajo a distancia y tuvo que dejarlo, yo puse a punto todo lo que pude de la librería, adelanté todo lo posible la campaña del libro de texto... y lo dejé todo en manos de Tanit, Andrea y Charlène.

Vaciamos todas nuestras cosas del piso de Barcelona para poder alquilarlo amueblado (cosa obligatoria para que nos salieran los números en este año extraordinario). Y sobre el 15 de agosto nos fuimos de vacaciones una semanita a la casa familiar en Cadaqués y otra semanita con la abuela en París. Relax absoluto.

El 29 de agosto dejamos París en dirección a Calais donde cogimos el Ferry que nos llevó a Dover. A las 4 de la tarde llegábamos a Wimbledon. Julia y Adela estaban emocionadas, habían visto fotos de la casa, pero era distinto tenerla delante.

Vamos a la agencia, conseguimos las llaves, entramos en la casa y ¡horror! entre que la vimos el 1 de agosto y el 29 en que llegamos, la casa había sido alquilada y no la habían limpiado después: camas deshechas y revueltas, papeles y suciedad en el suelo, platos sucios en la cocina, bolsas de basura en el jardín rotas y esparcidas... en fin un jarro de agua fría para las niñas (ved sus caras). El señor de la agencia nos ofreció el que nos fuéramos a un hotel y dijo que enviaría al día siguiente un equipo de limpieza, pero le dijimos que preferíamos quedarnos y que ya empezaríamos a limpiar nosotros. Nos pusimos a limpiar dos cuartos a tope, sacamos nuestras sábanas (que por suerte traíamos de Barcelona) y arreglamos un poco el salón y la cocina. Después decidimos irnos a explorar los alrededores.

Empezamos por el parque que da nombre al barrio Wimbledon Park... Impresionante y eso que es el pequeño de los tres parques que se suceden uno al lado de otro: Richmon Park, Wimbledon Common y Wimbledon Park. La entrada del parque está junto al metro, es decir a 5 minutos de casa. Al entrar hay un mirador desde el que se ve una buena parte del parque. A mano derecha quedan unas pistas de tenis, enfrente los juegos para niños y un minigolf, a la izquierda está el lago con un club náutico y el golf; al fondo una explanada enorme donde había gente paseando, durmiendo, jugando, comiendo, asándose unas salchichas con su bandeja-barbacoa o conversando. Y lo más emocionante: ardillas por todas partes. Al volver a casa las niñas tenían otra cara, sino vedlas a la hora de cenar.

Al día siguiente vino el "equipo de limpieza": una chica polaca rubia y delgaducha que resultó ser una muchacha vigorosa e infatigable. Armarios, camas, cajones, muebles, jardín, cuartos, cocina, baño... nada se le resistió.

El día 3 de septiembre, Julia y Adela empezaban las clases: sus cuartos tenían que estar a punto. Escritorio, silla, lámparas adecuadas, estantería, papelera... Y la verdad es que más o menos lo conseguimos.

Entre todos empezamos a hacer listas. Listas de cosas que faltaban en la casa, cosas que sobraban, cosas que había que arreglar, cosas que comprar... Cosas que tenía que hacer nuestro amigo Robert de la agencia inmobiliaria, cosas que teníamos que hacer nosotros: pedir el teléfono, adsl, domiciliar la luz, el agua, la "council tax", obtener la viñeta de residencia para aparcar el coche en la calle.

En fin cosas necesarias y también cosas no obligatorias pero que nos parecían importantes, como por ejemplo cambiar todas las bombillas de la casa, que eran incandescentes de 100 watios, por otras de bajo consumo. (Por cierto en Inglaterra, además de tener los enchufes de tres patas, las bombillas son de bayoneta).

Cuando empezaron el colegio pasamos a la segunda etapa de la instalación.

1 comentario:

Jose dijo...

http://machucalo.blogspot.com/ los espero